17 de septiembre de 2011

El declive de los faros

Pequeños puntos lumínicos bordean nuestras costas destacando entre la oscuridad circundante. Algunos fijos, otros giratorios… poco a poco muchos de ellos se van apagando… se consumen, desaparecen… son nuestros faros.

Dentro del mundo náutico hay diversas maneras de facilitar la navegación de barcos y demás navíos. Entre ellas podemos mencionar los dispositivos acústicos, los radioeléctricos y los visuales. En este último quiero centrarme y más concretamente en los faros.


Todo el mundo, ya sea de mar o de tierra, de costa o de interior… tiene en mente cómo es un faro, ya que es un elemento arquitectónico característico de cualquier región costera y mundialmente extendido, a diferencia de cualquier arquitectura regional que se limita a una zona determinada.
Además posee infinidad de referencias, tanto literarias (novelas de Julio Verne, poemas de Pablo Neruda o de Rafael Alberti…) como cinematográficas (“el hombre elefante” de David Lynch, “el orfanato” de Juan Antonio Bayona…), sin olvidar referencias pictóricas, leyendas…

Básicamente un faro es una torre de base circular o poligonal, con una potente luz Fresnel en la parte superior, bien fija o rotativa, de diversas tonalidades, a la que se accede mediante escaleras de caracol y que posee varias dependencias anexas, como la vivienda del farero, sala de máquinas…
Se ubica cercana a la costa, junto a ella y en ocasiones dentro del mar a una cierta distancia de la costa, situadas por donde discurren rutas de navegación marítima y tránsito de barcos.
La mayoría de los faros, además de poseer haces lumínicos también están dotados de señales acústicas, sirenas… para los días que hubiese niebla densa y la señal lumínica no fuera suficiente.


La función de estas torres es la de avisar a los barcos de la cercanía de la costa y de las aguas menos profundas, evitando el riesgo de encallamiento. Gracias a los distintos intervalos de los haces de luz, de las distintas tonalidades… los marineros sabían en qué punto de la costa se encontraban. Además, les ayudaban para verificar su posición en las cartas de navegación.

No nos vamos a extender mucho más en detalladas descripciones técnicas, en tipos de luminarias, balizas… ya que hay infinidad de información, impresa y digital. Solo mencionar que durante la Edad Media no se perfeccionaron tecnológicamente pero si en su decoración y que en España actualmente hay 189 faros, de los cuales solo 37 tienen farero. Además existen 29 faros aeromarítimos, que sirven de ayuda a la navegación aérea.
Los faros que siguen en funcionamiento lo hacen gracias a sistemas electrónicos de control.

Durante toda la historia se han erigido multitud de faros, siendo el más antiguo la Torre de Hércules, situada en A Coruña (Galicia). Es un faro romano y tiene el privilegio de ser el faro más antiguo del mundo que aún está en servicio. Se construyó en el siglo I d.C. y, tras muchísimo tiempo, finalmente fue declarado Monumento Patrimonio de la Humanidad el 27 de junio de 2009.


Otros faros importantes y dignos de mencionar son el mítico faro de Alejandría (construido aproximadamente hacia el año 300 a. C.), el Coloso de Rodas (del año 291 a. C.)…

Los faros han quedado relegados al olvido con la aparición de los modernos sistemas de localización vía satélite o GPS, radares, localización por móvil. Poco a poco los fareros han ido desapareciendo y con ellos su función, su trabajo… su vida. Las leyendas de marineros pierden una figura clave.

La verdad es que es difícil concebir una costa sin faro. Es increíble el nexo que se puede establecer entre un lugar y una construcción, pero a veces los faros pasan desapercibidos, y se le da más importancia a los paseos marítimos y demás lugares turísticos y comerciales que a estas construcciones.
Como suele suceder con infinidad de construcciones, no se conceden subvenciones para su recuperación, su mantenimiento y mucho menos para su difusión.


Aunque se haya perdido el uso al que estaban destinado ¿por qué no conservarlos? Se puede modificar su mecanismo para que funcione con energía solar, que sigan luciendo aunque no guíen a los marineros, que sea una luz en la noche, una luz simbólica...

En primera instancia, y el uso que surge en un primer pensamiento, es que se puede transformar el faro en un museo marítimo (tal y como sucede en los faros de decenas de pueblos costeros, como el faro de Cabo Peñas en Asturias), pero profundizando un poco más, la mayoría de los faros solo se componen de un fuste, por lo que sería bastante difícil que albergara un museo sin una construcción nueva anexa (que no es el caso) o utilizando una dependencia anexa existente si hubiera.

Sería factible una conversión a un pequeño santuario, un lugar donde los visitantes pudieran poner una ofrenda a modo de vela, de nota, mensajes... (similar a la casa de Julieta en la italiana Verona), ya que el mar y el agua también tienen muchas referencias con la vida y la muerte, por ejemplo el mito del barquero, el mito del holandés errante…


Al encontrarse la mayoría de los faros en acantilados, antes de una transformación en centro de visitantes o en un lugar de encuentro de senderistas y visitantes, se debe primar la seguridad mediante señaletica adecuada, barandillas, escaleras y caminos en buen estado…

Desde mi punto de vista los faros serían, sin duda, uno de los ejemplos más claros de conversión a residencia, a diferencia de otro tipo de construcción más regional en el que un uso residencial sería totalmente tachado. La mayoría de los faros poseen dependencias en su interior o en construcciones anexas que funcionaban como la vivienda del farero y, en muchos casos, de su familia también, por lo que dicha transformación residencial sería muy factible en este elemento patrimonial.

Otro uso que disponen, menos conocido quizás y fuera del ámbito turístico, es el de su conversión a observatorios ornitológicos. Un buen fin y, desde mi punto de vista, muy factible es una adaptación del faro en un laboratorio de investigación, tanto de especies marinas, animales, aves, plantas… todas ellas autóctonas, estudio de la flora y la fauna, técnicas de prevención y de conservación… de esta manera se vela por la continuidad de esta construcción y, a la vez, de la biodiversidad que lo rodea.

Sea cual sea el uso que se le pueda y quiera otorgar, el caso es que la situación actual de los faros no es muy favorable, la tecnología avanza y, lamentablemente, ello conlleva el abandono de la tradición. En vez de buscar una simbiosis entre ambas se opta por la desaparición, en cualquier ámbito… se sustituyen los faros por navegación digital, se sustituye al farero por máquinas…

O reaccionamos o estas construcciones pasaran a formar parte del amplio listado de construcciones tradicionales desaparecidas.

2 comentarios:

  1. Me encanta esta entrada. Quizás sea hora de crear Faros Urbanos... Enhorabuena por tu blog, Ángel!

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  2. Muchas gracias Alicia, me alegra que te guste el blog. Escribiendo como escribes espero alguna pequeña aportación, sería un honor.
    Un beso.

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